domingo, 28 de enero de 2018

¿De qué se ríen los cosacos?

En 1891, tras once años de trabajo, el pintor realista ruso Iliá Repin terminaba una de sus pinturas más famosas y complejas, “Cosacos zaporogos escribiendo una carta al sultán”. La obra fue un éxito inmediato para su creador, siendo adquirida inmediatamente por el zar Alejandro III por 35.000 rublos, la mayor suma pagada hasta la época por un cuadro ruso. 

"Cosacos zapórogos escribiendo una carta al Sultán Mehmed IV de Turquía" por Iliá Repin, 1891 (versión de alta resolución aquí) 

La pintura, de 2,03 m de alto × 3,58 m de ancho, esta ambientada en 1676 y en un campamento militar. En ella aparece un numeroso grupo de soldados, de todas las edades y con gran variedad de vestiduras y armas, agolpados en torno a una mesa en la que un escribano con pluma está redactando algún tipo de escrito. Lo que hace de la escena una imagen inusual, sin embargo, es el hecho de que muchos de los soldados están riendo a carcajadas. Incluso el escribano esboza una leve sonrisa. ¿De qué se ríen?

Iliá Repin está retratando en este cuadro una escena inspirada en una historia apócrifa que había escuchado de oídos de un historiador ruso, Dmytró Yavornytsky. Éste había conseguido una supuesta copia, hecha en el siglo XVIII, del escrito que aparece en el cuadro, y lo había leído ante un grupo de invitados, entre los que se contaba el pintor. 

Los soldados son cosacos; éste era un nombre que, en la época que representa el cuadro, designaba un conjunto de pueblos que vivían de forma autónoma, en sociedades militarizadas, en las estepas del sur de Rusia, y practicaban frecuentes incursiones en los territorios colindantes. Sin embargo, el término “cosaco” es asociado con más frecuencia con las estructuras que adoptarían a finales del siglo XVIII, cuando, tras sofocar el imperio ruso una serie de rebeliones de los cosacos, abolió su autonomía y los incorporó definitivamente a su territorio, convirtiéndolos en una casta militar. Con el imperio ruso, los cuerpos cosacos fueron una fuerza de élite que participó en numerosas campañas militares, desde las guerras napoleónicas a la primera guerra mundial; tras las revoluciones de 1917, formaron el núcleo del Ejército Blanco que se oponía a los Bolcheviques, siendo duramente represaliados tras el triunfo de los segundos. Tras la caída de la Unión Soviética, muchos cosacos regresaron a Rusia, donde, hoy en día, son reconocidos como una etnia propia.

Los cosacos del cuadro proceden de Zaporozhia, un territorio situado bajo los rápidos del río Dnieper, hoy la región central de Ucrania. Su ubicación entre las tierras de los zares rusos y el imperio otomano resultaba privilegiada, siendo los segundos frecuentemente objeto tanto de sus incursiones por tierra como de ataques piratas a sus puertos. El sultán Suleiman el Magnífico escribiría en 1539 al Gran Duque Basilio III pidiéndole que controlase a los cosacos; Basilio III respondió “Los cosacos no me juran lealtad, y viven como a ellos les place”. Diez años más tarde, el zar Iván el Terrible respondería a Suleiman de forma similar: “Los cosacos del Don no son mis súbditos, y van a la guerra o viven en paz sin mi conocimiento”

Así las cosas, en 1676 los cosacos habían derrotado a un ejército otomano; pese a la derrota, el sultán otomano Mehmed IV intentó que se sometieran a su mandato. Para ello, envió un ultimátum a los cosacos, con el siguiente mensaje:

“Sultán Mehmed IV a los Cosacos de Zaporozhia:

Como Sultán; hijo del profeta Mahoma; hermano del sol y de la luna; nieto y virrey de Dios, regente de los reinos de Macedonia, Babilonia, Jerusalén y Alto y Bajo Egipto; emperador de emperadores; soberano de soberanos; caballero extraordinario jamás vencido; firme guardián de la tumba de Jesucristo; fideicomisario y elegido del mismísimo Dios; esperanza y confort del pueblo musulmán; cofundador y gran defensor del cristianismo - Les ordeno a ustedes, Cosacos Zapórogos, a subyugarse a mí de manera voluntaria y sin resistencia alguna. Les ordeno, además, desistir de seguir incomodándome con sus ataques.”

La respuesta de los cosacos, que Repin retrataría dos siglos más tarde, no se hizo de esperar. El texto final refleja claramente el motivo de la hilaridad de los soldados, retratados mientras compiten entre ellos por aportar más y más contenido a la carta. 

“¡Cosacos zapórogos al sultán turco!

Oh sultán, demonio turco, hermano maldito del demonio, amigo y secretario del mismo Lucifer. ¿Qué clase de caballero del demonio eres que no puedes matar un erizo con tu culo desnudo?. El demonio caga, y tu ejército lo traga. Jamás podrás, hijo de perra, hacer súbditos a hijos de cristianos; no tememos a tu ejército, te combatiremos por tierra y por mar, púdrete.

¡Sollastre babilónico, loco macedónico, cantinero de Jerusalén, follador de cabras de Alejandría, porquero del alto y bajo Egipto, cerdo armenio, ladrón de Podolia, catamita tártaro, verdugo de Kamyanéts, tonto de todo el mundo y el inframundo, idiota ante nuestro Dios, nieto de la serpiente y calambre en nuestros penes! ¡Morro de cerdo, culo de yegua, perro de matadero, rostro del anticristianismo, folla a tu propia madre!

¡Por esto los zapórogos declaran, basura de bajo fondo, que nunca podrás apacentar ni a los cerdos de cristianos! Concluímos, como no sabemos la fecha ni poseemos calendario; la luna está en el cielo, es el año del Señor, el mismo día es aquí que allá, así que, ¡bésanos el culo!

Firmado: Koshovýi Otamán Iván Sirkó y toda la hueste zapóroga”

Como curiosidad final, Repin realizó una segunda versión más fiel a la época histórica; este segundo cuadro, de menos tamaño y calidad que el original, no sería concluído, y también se conserva hoy en día. 

Segunda versión (inacabada) del cuadro (versión de alta resolución aquí)

Para seguir leyendo:

jueves, 18 de enero de 2018

El Patrimonio Preindustrial de Churriana queda en peligro

Imagen de Churriana sacada de un plano de AGS. Secretaría de Marina, Legajos, 00319. Año 1751. (fuente)

Churriana presenta una gran riqueza de patrimonio preindustrial. Por este motivo se creó la Asociación para la Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial de Málaga. Esta asociación no solo mira por el patrimonio de Churriana, sino por el de toda la provincia de Málaga.

Sin embargo, desde marzo de 2017, el pleno del Ayuntamiento de Málaga aprobó que en la zona de Rojas-Santa Tecla, junto a la Sierra de Churriana, se construyeran 2.847 viviendas, un campo de golf, zonas verdes, deportivas y sociales. Desde este momento hasta la actualidad, la asociación que vela por el patrimonio de Málaga ha estado estudiando la mejor forma de salvar del derribo a cuatro molinos históricos, una red de acequias, una alberca y elementos etnológicos desaparecidos ya de nuestras vidas, como una era circular de pavimento empedrado y una calera preindustrial.

Para este cometido, escribieron a la Gerencia de Urbanismo para pedirle que considerara nombrar a estos bienes inmuebles edificios protegidos. Además, con un nivel de protección de primer grado, se conseguiría una recuperación de los edificios para la contemplación y admiración de los habitantes de Churriana. 

El caso de Churriana es un claro ejemplo sobre el gran debate que hoy día sigue abierto, en relación con conservar o destruir los elementos preindustriales e industriales de la historia reciente; así como también el plantearse si a estas estructuras hay que considerarlas como patrimonio arqueológico, etnológico, una fusión de las mismas o simplemente como edificios fuera de uso y en ruinas. 

Debido a esta reflexión que hemos planteado, la asociación que lucha por la preservación del patrimonio preindustrial de Churriana está realizando una recopilación de datos históricos para avalar a dichas estructuras. Según la primera referencia de los molinos y demás infraestructuras, datan de 1490, cuando se conquista Málaga por los Reyes Católicos, siendo repartida la tierra a Francisco Rodríguez Madrid.

Desde entonces, y hasta el siglo pasado, los molinos han seguido en uso. Según Francisco Rodríguez Marín, miembro del colectivo y experto en Patrimonio Industrial y profesor de Historia del Arte de la UMA, estos molinos forman parte de la memoria de Málaga ya que el pan que se repartía por toda la provincia venía principalmente de dichos molinos, así como también, pone un ejemplo de recuperación de uno de los molinos llamado el Molino del Inca, en Torremolinos. Dicho molino estaba completamente en ruinas y se reconstruyó para que volviera a funcionar. Con este ejemplo quiere hacer ver que dicha reforma se podría llevar a cabo en los cuatro molinos de Churriana. No hay que olvidarnos de la red de acequias, para la que la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial está pidiendo protección. 

Imagen del Batán Alto de Borrego

Otro punto de vista del mismo, que defiende Francisco Rodríguez Marín, es hacer ver a la promotora de la obra que reintegre estas ruinas en su edificación, fusionando modernidad con la historia y dándole además mayor categoría a su proyecto.

Sin embargo, pese a todas estas buenas intenciones, estudios, reclamaciones, etc. no se ha llegado a solucionar aún. Esperemos que a lo largo de 2018 se tomen las medidas adecuadas para no perder este rico patrimonio preindustrial.

A continuación, nombraremos los cuatro molinos supervivientes y explicaremos un poco el proceso constructivo.
  
1) Batán Alto de Borrego: Utilizado en la molienda y fabricado con mampostería y sillarejos trabados con hileras de ladrillos.

2) Batán Bajo de Borrego: Estado ruinoso, construido con mampostería y sillarejos trabajados con hileras de ladrillos. 
  
3) Molino de Borrego o de Veleta: Es el mejor conservado de los cuatro, presenta una estructura hidráulica de fábrica de mampostería y ladrillo. Afortunadamente conserva dos cubos hidráulicos de diferente época.  
  
4) Molino de Gazpacho: Conserva una estructura de hormigón de cal para albergar el cubo hidráulico del molino. Sin embargo, su estado de conservación está afectado por la demolición del espacio de la molienda. 

Fuente de la noticia: http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2018/01/07/patrimonio-preindustrial-peligro-churriana/978490.html

domingo, 14 de enero de 2018

El mensaje que pudo cambiar el mundo: la carta Einstein-Szilàrd y la bomba atómica

Leo Szilàrd (izquierda; imagen de Wikimedia Commons bajo licencia de Dominio Público) y Albert Einstein (derecha; imagen de Wikimedia Commons bajo licencia de Dominio Público)
 
El Premio Nobel de la Paz del año 2017 ha sido concedido a la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (puedes leer un poco sobre ellos aquí). Hoy en día, el peligro que conllevan este tipo de armas es bien conocido, debido en no pequeña parte a los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki en 1945, que dejaron aproximadamente 210.000 muertos de forma directa y un número desconocido de personas fuertemente afectadas por secuelas derivadas de la radiación de fondo. El gran poder destructivo de estas dos bombas hizo que, hasta la fecha, Hiroshima y Nagasaki hayan pasado a la historia como el único caso en que las armas nucleares han sido empleadas directamente en un conflicto armado. Sin embargo, la “amenaza nuclear” colorearía gran parte de los años posteriores durante la Guerra Fría, y aún en la actualidad sigue influyendo fuertemente en la política internacional, de ahí la gran importancia de la iniciativa que ha recibido el Nobel. 

¿Cómo empezó todo?

En diciembre de 1938, dos científicos alemanes, Otto Hahn y Fritz Strassmann, descubren y publican la fisión nuclear del uranio; esto es, la posibilidad de fragmentar el núcleo de este metal pesado, dando lugar a elementos más ligeros y liberando una gran cantidad de energía en el proceso. Sólo un mes más tarde, los ya prestigiosos físicos Niels Bohr y Enrico Fermi llevarán esta información a la Quinta Conferencia de Físicos Teóricos celebrada en Washington, y en meses sucesivos, el propio Fermi y otros investigadores corroborarán que los experimentos alemanes están en lo cierto. Fermi trabajará en la Universidad de Columbia junto con el científico húngaro Leo Szilàrd, concluyendo que bajo ciertas condiciones sería posible llevar a cabo la reacción de fisión del uranio en cadena; esto es, conseguir que cada núcleo de uranio fragmentado, a su vez, emitiese partículas que fragmentasen otros núcleos. De esta forma, teorizaban, sería posible generar una gran cantidad de energía y calor de forma rápida, que podrían ser empleados tanto para abastecimiento eléctrico como para uso militar. 


El reactor de Stagg-Field en Columbia, el primer reactor nuclear de la historia capaz de llevar a cabo una reacción en cadena (1942). Imagen obtenida de Wikimedia Commons, bajo licencia de Dominio Público.

El 18 de marzo de 1939, Fermi dará una conferencia ante la Marina americana en la que advertirá de la necesidad de adelantar a los alemanes en el desarrollo de la nueva energía nuclear, pero sólo obtendrá como resultado una modesta suma de dinero para su investigación. Szilàrd, por su parte, expresará su preocupación sobre la posibilidad de que los alemanes lleven a cabo experimentos similares a los de Columbia. Esta preocupación le llevará a buscar una vía de comunicación directa con el presidente Roosevelt, que acabará siendo el economista y banquero judío Alexander Sachs, con acceso directo al presidente y quien le sugiere buscar una persona de prestigio internacional que firme una carta en que se expongan los motivos de Szilàrd. Ante esta sugerencia, Szilàrd decide contactar a Einstein, por aquel entonces residente en EEUU, y del que había sido colaborador durante los años 20. Éste accede a firmar la carta que Szilàrd le envía, y que será redactada al dictado por una joven colaboradora de la universidad, Janet Coatesworth; años más tarde, ésta recordará cómo, al escuchar hablar de “bombas de extrema potencia” y ordenársele además firmar la carta como “Albert Einstein”, llegó internamente a la conclusión de que su empleador estaba mal de la cabeza.

Por aquel entonces, se estimaba que eran necesarias varias toneladas de material radioactivo para fabricar una bomba. Por ello, un fragmento de la carta advertía de que “Este nuevo fenómeno llevaría a la construcción de bombas, y es posible – aunque mucho menos seguro – que permita construir bombas extremadamente potentes de un tipo aún desconocido. Una única bomba de este tipo, transportada por barco y hecha detonar en un puerto, podría arrasar el puerto entero y parte del territorio colindante. Dichas bombas serían, muy posiblemente, demasiado pesadas para ser enviadas por aire”. Solo siete meses tras la redacción de estas líneas, investigadores ingleses reducirán la masa crítica teórica necesaria para la reacción en cadena a solo diez kilos. El germen de la bomba atómica aerotransportada estaba ya plantado.

  La carta Einstein-Szilàrd (imagen obtenida de Wikimedia Commons bajo licencia de Dominio Público)

El 15 de agosto de 1939, la carta, ya firmada por Einstein, llega a manos de Sachs. Éste pide una audiencia con el presidente; sin embargo, el 1 de septiembre, Alemania inicia la invasión de Polonia, desencadenando la Segunda Guerra Mundial. Ante el panorama político, Sachs decide retrasar su audiencia con Roosevelt, que finalmente tendrá lugar el 11 de octubre de 1939. 

Durante su encuentro, Sachs lee al presidente la carta de Einstein, junto con una nota del propio Szilàrd y un documento de elaboración propia. Roosevelt, sin embargo, no muestra ningún interés, al considerar que la intervención gubernamental es todavía prematura. Sin embargo, antes de marcharse, el banquero consigue arrancar a regañadientes al presidente la promesa de un desayuno juntos al día siguiente. Este último encuentro será narrado, años más tarde, por el escritor austriaco Robert Jungk en su libro “Más brillante que mil soles”. Según Jungk, durante el desayuno, el presidente pidió explicaciones a Sachs, quien le respondió:

“Únicamente quiero contarle una historia. Durante las Guerras Napoleónicas, un joven inventor americano se presentó ante el Emperador de Francia y le ofreció la posibilidad de construír una flota de barcos de vapor, con la cual, pese a las inclemencias del tiempo, los franceses podrían atracar en Inglaterra. ¿Barcos sin velas? Esto le pareció al gran corso [Napoleón Bonaparte] tan imposible que despidió a Fulton [Robert Fulton, inventor del barco de vapor] sin más miramientos. En la opinión del historiador inglés Lord Acton, ésta es la historia de cómo Inglaterra fue salvada por la estrechez de miras de un adversario. Si Napoleón hubiera mostrado más imaginación y humildad en aquel momento, la historia del siglo XIX hubiera tomado un curso muy distinto”

La historia de Sachs terminó por convencer a Roosevelt, quien le respondería con una famosa frase: “Alex, lo que pretendes es que los alemanes no nos hagan volar por los aires”. El presidente respondió finalmente a Einstein agradeciéndole su carta, y autorizaría en meses posteriores la creación del “Comité Sobre el Uranio” para la investigación de la nueva energía, aunque el objetivo de éste no era aún la creación de armas nucleares. Conforme la guerra fue avanzando, este comité quedó en manos del Ministerio de Defensa y acabó dando lugar, en 1942, al Proyecto Manhattan. Éste era un proyecto de investigación ultrasecreto, a escala nacional y en colaboración con científicos ingleses, cuyo objetivo final era la obtención de la bomba atómica, que se materializó finalmente en las bombas de Hiroshima y Nagasaki.

Es interesante notar que, pese a la presencia de gran número de científicos de primera fila entre los reclutados primero para el Comité y luego para el Proyecto Manhattan, Einstein mismo fue vetado por el ejército, debido a sus “tendencias pacifistas”; él mismo consideraba la guerra “una enfermedad, contra la que él llamaba a la resistencia”. La posición de Szilàrd era muy similar; aunque él sí trabajó en investigaciones relacionadas con el Proyecto Manhattan, esperaba que la mera posesión de dichas armas sería disuasión suficiente para el resto de estados, y se opuso frontalmente a su empleo contra civiles, prediciendo además que su utilización desencadenaría la carrera armamentística entre EEUU y la URSS.

Tras los bombardeos, Einstein lamentaría profundamente haber firmado la carta. Un año antes de morir, en 1965, confesaría a su amigo Linus Pauling, “Cometí un gran error en mi vida – cuando firmé la carta al presidente Roosevelt recomendándole construir la bomba atómica; pero había una justificación – el miedo a que los alemanes pudieran conseguirla… ”
 
Para seguir leyendo: wikipedia.org (en inglés: Einstein-Szilàrd letter, Leo Szilàrd y otros artículos relacionados)

jueves, 4 de enero de 2018

El patrimonio siempre pierde: el caso de la Real Casa de la Moneda

Las obras de la Casa de la Moneda presentan un aspecto poco usual. Por culpa de la paralización de las obras -desde 2011-, una malla de protección en la fachada, planchas metálicas, etc., dificultan a cualquier espectador la visualización de este BIC. Este aspecto impresiona, y más cuando en la acera de enfrente encontramos el edificio de Hacienda en perfectísimas condiciones. La Real Casa de la Moneda tiene sus inicios en en siglo XVIII, y no del siglo XVI como se cita en el artículo del cual me baso para la noticia.


La paralización de las obras fue promulgada a través de un expediente sancionador que partió desde la Junta de Andalucía, acabando en los tribunales por el derribe sin autorización de unos muros del s XVIII y XIX. La Gerencia de Urbanismo comunicó el pasado 16 de octubre la realización de obras de mantenimiento y seguridad, salubridad y ornato públicos de la fachada del inmueble.
La empresa, Patio del Tesorero presentó el pasado mes de mayo en Urbanismo un proyecto de reinicio de las obras, incluyendo la restitución de los muros demolidos. Dicho proyecto se encuentra en manos de la Junta de Andalucía, sin respuesta alguna. Es por ello que Urbanismo alega que "dichas obras de conservación de la fachada son innecesarias si se concediera la licencia para la consecución de las obras conforme al reformado consensuado". Dicho proyecto tiene como finalidad el uso residencial del inmueble.

Por otra parte, la versión del Ayuntamiento de Sevilla no coincide con lo expuesto. Afirma que la licencia de obras está aún en vigor y que recientemente se ha realizado una consulta urbanística. La intención de la propiedad, según Urbanismo, es la de vender la finca a un nuevo propietario, el cual retomaría la actividad de obras en el recinto conforme a un nuevo proyecto.

Urbanismo ha informado a la empresa que "debe de presentar un proyecto modificado que recoja la restitución de los elementos que fueron demolidos (...) una vez presentado se remitirá a la Comisión Provincial de Patrimonio para obtener la licencia". José Manuel Girela, delegado provincial de Cultura de la Junta de Andalucía, alega que no se ha dado el permiso aún porque la sentencia todavía se encuentra pendiente de resolución. 

La querella presentada en el Juzgado de lo Penal 12 de Sevilla, absolvió a los imputados del delito contra la ordenación del territorio, pero condenó tanto al arquitecto como a la promotora por un delito contra el patrimonio histórico a 6 meses de cárcel y un año de inhabilitación. La propiedad presentó un recuro de apelación, quedando el caso visto para sentencia el 22 de marzo.

Información obtenida en:
http://sevilla.abc.es/sevilla/sevi-urbanismo-ordena-obras-conservacion-fachada-casa-moneda-estado-201712131131_noticia.html

https://rygdepatrimonio.files.wordpress.com/2014/04/casa-moneda-sevilla.jpg

lunes, 1 de enero de 2018

El León del Pireo



 
Imagen obtenida de https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=528048, bajo licencia de Dominio Público

¿Cómo llega el nombre de un vikingo del siglo XI a figurar en una estatua de Venecia? Eso debió pensar el diplomático sueco que, a finales del siglo XVIII, identificó las elaboradas líneas grabadas en el lateral de uno de los leones que guardan la puerta del Arsenal de Venecia como una inscripción rúnica, similar a las que se pueden encontrar en muchos lugares de Escandinavia. En el cuerpo de una criatura mitológica llamada “lindworm” (un ser a medio camino entre un dragón y una serpiente) se puede leer un muy desgastado mensaje en letras rúnicas. Según la interpretación de Erik Brate de 1914, considerada actualmente la más probable, el mensaje es el siguiente:

“Lo cortaron en dos en medio de su ejército. Pero en el puerto los hombres cortaron runas junto al mar en memoria de Horsi, un gran guerrero. Los suecos escribieron esto en el león. Siguió su camino bajo buenos consejos, oro ganó durante sus viajes. 

Los guerreros tallaron runas, las labraron en un grabado ornamental. Æskell [y otros] y Þorlæifʀ las mandaron grabar, ellos que vivían en Roslagen. (?), hijo de (?) grabó estas runas. Ulfʀ y (?) las colorearon en memoria de Horsi. Él ganó oro en sus viajes”

C.C. Rafn - "En Nordisk Runeindskrift i Piræus, med Forklaring af C.C. Rafn", Antiquarisk Tidsskrift, 1855-57. Imagen obtenida de https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1603273, bajo licencia de Dominio Público


Nótese la similitud en forma y contenido de la inscripción del león de Venecia con otras estelas rúnicas, por ejemplo la piedra rúnica de Lindsberg, también del siglo XI y encontrada a pocos kilómetros de Estocolmo, en Suecia. Las estelas rúnicas se dedicaban a la memoria de miembros fallecidos de la familia y estaban, por lo general, policromadas. Es de reseñar que, aunque el león no conserva restos de color, la inscripción también hace referencia a que el grabado fue “coloreado”.





Piedra rúnica de Lindsberg. Imagen de Berig, obtenida de https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2287417, bajo licencia CC BY 2.5.
 
La pregunta, por lo tanto, sigue en el aire. ¿Cómo y por qué unos vikingos elegirían un león veneciano para inmortalizar a un compañero caído? 

Para encontrar la respuesta es necesario remontarse a 1687, cuando Francesco Morosini, capitán del ejército veneciano, tomó Atenas durante la Gran Guerra Turca contra el Imperio Otomano. El león, de factura griega, había sido esculpido alrededor del año 360 AC, y debía su nombre y fama al hecho de que había formado parte importante de la decoración del puerto del Pireo en Atenas desde el siglo I AC. Tras el saqueo de la ciudad por los venecianos, fue traído a la ciudad como botín de guerra, y encontró su lugar guardando la puerta del arsenal como símbolo de San Marcos, el santo patrón de la ciudad, cuyo animal es también el león. 

Dado que la estatua no llegó a Venecia hasta el siglo XVII, es lógico suponer que las runas fueron grabadas cuando aún se encontraba en su ubicación original en Atenas. Sigue aún así resultando chocante pensar en un grupo de vikingos suecos paseando por las calles de la ciudad griega; sin embargo, y por curioso que parezca, eso fue exactamente lo que ocurrió. 

Los reponsables del “vandalismo artístico” fueron miembros de la Guardia Varega, una unidad de élite del ejército bizantino, que desde el siglo X al XIV sirvió como guardia personal del emperador. Se constituyó originalmente durante el mandato del emperador Basilio II, quien, como parte de un acuerdo militar y a cambio de permitir el matrimonio de Vladimir I de Kiev con su hermana, recibió de él un ejército de 6000 hombres de procedencia escandinava, mayormente del territorio que hoy es Suecia. El emperador, considerando a sus propios hombres como de poca confianza y tendentes a cambiar de lealtad con preocupante facilidad, ofreció a los vikingos el puesto de guardaespaldas. La posición de miembro de la Guardia Varega llegaría en los años siguientes a llevar aparejado tal prestigio y riquezas, que una ley sueca de la época llegaría a dictar que ningún hombre podrá heredar posesiones mientras se encuentre sirviendo en Grecia a fin de tratar de frenar la emigración de guerreros hacia tierras bizantinas. Es también de resaltar que la existencia de la inscripción en el León del Pireo indica que al menos una parte de los emigrantes eran capaces de leer y tallar runas, una habilidad nada común entre el grueso de la población escandinava y que sugiere que al menos una porción de los soldados procedían de estratos sociales relativamente privilegiados.

La apariencia de los varegos debía resultar relativamente exótica a los griegos: cronistas contemporáneos los describen como “bárbaros portadores de hachas” (Anna Komene, princesa de Bizancio, en la Alexiada) y “todo el grupo porta escudos y cargan en sus hombros un arma de un único filo, pesada y de hierro (Michael Psellus, historiador bizantino del siglo XI). El historiador contemporáneo Alf Henrikson describe a los soldados como de pelo largo, con un rubí rojo en la oreja derecha y dragones ornamentados cosidos en la cota de malla”.

Tras la invasión de Inglaterra por los normandos, el cuerpo pasó a recibir gran cantidad de emigrantes anglosajones y daneses. Con esta composición continuaría hasta su disolución, por asimilación con otras unidades y poblaciones autóctonas, alrededor del siglo XIV.

Como curiosidad final, no solamente quedó el León del Pireo como testimonio del paso de los vikingos por el Imperio Bizantino: en la basílica de Hagia Sofía, en Estambul (entonces Constantinopla, capital del imperio) se conservan un par de “grafitti” rúnicos del siglo IX. Estas inscripciones, considerablemente menos ornamentadas y más clandestinas, contienen los nombres de “Halfdan” y “Ari” (o “Arni”) 


Inscripción rúnica en Hagia Sofía, Estambul – Imagen de Not home, obtenida de https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3284215 bajo licencia de Dominio Público.