domingo, 4 de febrero de 2018

El robo en San Isidoro del Campo estuvo dirigido por una banda de profesionales

El pasado diciembre, la Asociación de Amigos de la Cerámica Niculoso Pisano propuso que el robo perpetrado en el monasterio de San Isidoro del Campo (Santiponce) de azulejos decorados por éste mismo artista fue llevado a cabo por profesionales. Estas alegaciones se deben, en parte, a que en total se sustrajeron 392 piezas cuyo peso estimado ronda los 240 kilos.

El hurto tuvo lugar en agosto de 2016, pero no fue hasta el mes pasado cuando el presidente de la Asociación hizo esas declaraciones en el boletín de noviembre de la Asociación Ben Baso de Profesores para la Difusión y Protección del Patrimonio Histórico.

(Fuente)

 Los motivos por los que se dice que el robo fue obra de profesionales no se limitan únicamente al gran peso de las piezas robadas. El presidente de la Asociación asegura que supieron escoger el recorrido a seguir dentro del monasterio (por lo que conocían bien el perímetro y sabían dónde se encontraban las cámaras y sensores), ya que pasaron por las zonas con menor vigilancia. Además, tenían conocimiento sobre los ejemplares que estaban sustrayendo, ya que han desaparecido únicamente algunos ejemplos del s. XVI obra del ceramista Niculoso Pisano (que da nombre a la Asociación), pero ninguna de una etapa posterior ni de unas características diferentes a aquellas de este artista. Finalmente, el método de extracción utilizado no habría causado daños a las piezas, y debido a todo esto se puede deducir que los ladrones eran plenamente conscientes de lo que estaban haciendo y de las obras que se estaban llevando.

Este ejemplo de expolio deja a la vista un grave problema con la legislación andaluza del Patrimonio Cultural, ya que este monasterio está catalogado como un BIC, y en consecuencia tiene el máximo nivel de protección. Sin embargo, las medidas impuestas no han sido suficientes y no han evitado que se produjese el robo, que aunque parece que haya sido perpetrado por profesionales, ha ocurrido a fin de cuentas.  

Todo esto deja, por tanto, una idea sobre la que reflexionar, ¿son eficientes las medidas que estamos tomando para proteger nuestro patrimonio? Si un hurto así puede suceder en un bien que se supone que está bajo la más estricta protección, ¿en qué condiciones mantenemos aquellos bienes que no tienen esta catalogación? ¿Se trata realmente de un fallo en la legislación o estamos hablando de una ineficacia administrativa? ¿Es realmente útil tener tantísimos BIC como tenemos en Sevilla si no existen los recursos para protegerlos o debería crearse otro modelo de protección? 

El modelo actual puede ser muy efectivo si se le dedican los recursos necesarios, pero el hecho de que solo en Sevilla haya cientos de BIC dificulta el proceso de protección. 


(Camino Aneira Baines García)

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