El pasado día 2 dimos comienzo al primer curso que abrió las jornadas de actividades infantiles del Museo de Carmona en agosto, que, en este caso, venía acompañado de la mano de la asociación Arqueohespérides.
Este primer taller fue el más intensivo de los cuatro, ya que tuvo una duración de casi cinco horas, que, sin embargo, nuestros intrépidos Indiana Jones aguantaron sin ningún problema con una energía reservada únicamente a los niños.
Además, la cosa no se quedó ahí. Los pequeños aprendieron también cómo había que extraer y clasificar los hallazgos, ¡porque no es lo mismo encontrar un ídolo placa de la Edad del Bronce que una cuchara en una cocina romana!
También hemos intentado transmitirles algo muy importante, el compañerismo: todos debemos ayudarnos mutuamente en una excavación arqueológica. Aunque dentro del equipo cada uno cumpla una función (las cuales son todas igual de importantes), tal como aprendieron los aventureros con los que nos encontramos en este taller, deben saber que para poder excavar hay que saber colaborar con todos los "compis" de la excavación.
Aquí podríamos dejar una pequeña anécdota de estos pillos, que eran todos muy compañeros hasta que llegaba la hora de sacar los cubos de tierra a la escombrera, y más de uno se nos escaqueó, por lo que nos encontramos con más de una montaña en las cuadrículas.
Preparamos esta actividad mediante la construcción de dos cuadrículas, dentro de las cuales construimos dos plantas en las que aparecían intervenciones de distintas épocas: fosas de la Edad del Bronce, calzadas y fuentes romanas, pozos ciegos medievales... y dividimos los materiales disponiéndolos de manera que todos nuestros pequeños arqueólogos pudieran, no solo encontrarlos, sino aprender qué nos interesa saber de cada tipo de material que nos aparece: Si un cuenco está quemado, ¿dónde pudo utilizarse? Si encontramos una roca alineada con muchas otras, ¿podrían estar formando una infraestructura?
Incluso debemos añadir que sin querer (queriendo) los introdujimos un poco a la Bioarqueología y Antracología, dado que en la cocina romana se encontraron grandes cantidades de semillas que, muy probablemente, se encontrasen en los cuencos que ellos mismos desenterraron. Esto fue un hallazgo muy importante, ya que mediante las semillas podemos estudiar la economía, medios de vida y comercio, entre otras cosas, de una cultura.
De esta manera, les enseñamos a los pequeñajos que hasta los descubrimientos que parecen más pequeños e "insignificantes" nos abren un mundo nuevo de sabiduría y conocimiento, así que todo debe ser estudiado para poder conocer los diferentes aspectos de las sociedades del pasado. De hecho, incluso les llegamos a explicar a los mini-arqueólogos que incluso el no encontrar algo nos podía estar ofreciendo una información valiosa (porque si no encontramos algo en un lugar, podemos interpretar que ahí hubo nada).
Incidimos, además, en que la excavación no es la única herramienta que tenemos en Arqueología, y les enseñamos también las bases del dibujo arqueológico (quizá todavía se acuerden de por qué hay que seguir haciendo los dibujos a pesar de la fotografía). En definitiva, ¡menudos artistas! Más de uno captó muy bien la idea del dibujo arqueológico y los detalles que interesa representar.
Finalmente, en la última hora del curso, dividimos a los pequeños en dos grupos para que, mientras unos visitaban parte del museo acompañados por uno de los monitores, los otros recibieran una entretenida lección para explicarles la importancia de los materiales que habían sacado, porque para los arqueólogos todo resto cuenta, y finalmente cambiaron los turnos.
Esperamos que con este taller hayamos inspirado a los pequeños a introducirse en este mundillo y les haya despertado el interés por nuestra rica y extensa cultura material, y si no ha sido así, al menos esperamos que hayan pasado una mañana entretenida y divertida, aprendiendo mucho sobre un trabajo sobre el que no todo el mundo sabe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario