miércoles, 15 de febrero de 2017

Rubin "Huracán" Carter: el hombre que pudo ser campeón del mundo

"Esta es la historia del Huracán / el hombre al que las autoridades culparon / de algo que nunca hizo. /   Lo dejaron en una celda pero una vez pudo haber sido / el campeón del mundo" 

Así reza una de las canciones más populares del recientemente nombrado Premio Nobel de Literatura, el cantautor Bob Dylan. Hurricane es una canción protesta dedicada al tristemente célebre boxeador estadounidense Rubin "Hurricane" Carter (1937-2014), cuya prometedora carrera en el mundo del boxeo en los años 60 fue truncada por una acusación y posterior condena a cadena perpetua, en lo que sería un proceso repleto de extorsiones, corrupción, mentiras y racismo.Carter es, como veremos, una figura compleja, con sus luces y sombras, pero cuya historia es un testimonio evidente del contexto de tensión racial en la sociedad norteamericana en la década de los 60. Una tensión  que hoy día, a tenor de los recientes altercados, sigue sintiéndose muy presente. 

Nacido en la localidad de Paterson, Nueva Jersey, su infancia no fue fácil. Cuando era niño, fue imputado por asalto a mano armada y enviado al reformatorio: Carter alegó que atacó con su navaja a un pedófilo que intentaba abusar de uno de sus amigos. En 1954, escapó del reformatorio y se alistó en el ejército, y dos años después se dio de baja, regresando a Paterson. En aquellos años, su sueño era convertirse en boxeador profesional sin embargo, un mes después de su vuelta, fue detenido por la fuga del reformatorio y condenado a 9 meses de prisión, de los que cumplió 5. Más tarde, cometió varios asaltos, por los que fue encarcelado hasta 1961. 

Rubin se esforzó para llegar a ser boxeador profesional, y consiguió cierto reconocimiento, pero no pudo librarse del racismo de la sociedad. Aunque no pudo coronarse como campeón del mundo, estuvo a punto de hacerlo, con un gran registro de victorias, y tuvo algunas peleas destacables. 

El 17 de junio de 1966, Rubin Carter, junto a su amigo y también púgil John Artis, fueron arrestados, acusados de triple homicidio en el Lafayette Bar & Grill de Paterson, donde habían estado la misma noche de los hechos.  Dos ladrones, Alfred Bello y Arthur Bradley, declararon que mientras robaban en un establecimiento cercano, vieron cómo Carter salía del bar con una escopeta, y Artis con una pistola. Esta declaración estuvo promovida por un trato con la autoridad, para rebajar sus penas, tal y como confesaron posteriormente los propios ladrones. Los dos púgiles fueron llevados detenidos hasta el bar donde estaban los testigos, quienes aseguraron que ellos no eran los hombres que habían visto.  Más tarde, los llevaron al Hospital St. Joseph, y allí una de las víctimas no les reconoció como responsables del tiroteo, a pesar de las presiones  para que los incriminara.

El juicio del año 67 estuvo repleto de irregularidades y prejuicios raciales. En él, los boxeadores acabaron siendo condenados a cadena perpetua.  El proceso se intentó llevar a cabo con la mayor discreción posible, temiendo el revuelo mediático,  que sería ya imparable años después,  a partir del lanzamiento de la canción  Hurricane por parte del cantautor Bob Dylan , en 1975.  Un año antes,  ya se había celebrado un segundo juicio ante la confesión de Bello y Bradley de haber mentido en sus declaraciones, pero tras el juicio la condena siguió inalterada. 

Imagen de la visita de Bob Dylan a Carter en la cárcel
Desde el momento en que entró en la cárcel, Rubin Carter luchó por demostrar su inocencia: se dedicó a estudiar Filosofía y Leyes. "No estoy en la cárcel por asesinato. Estoy en la cárcel porque soy un negro en Estados Unidos, donde quienes ostentan el poder solo permitirían a un negro ser un bufón o un criminal", manifiesta Carter en una entrevista en 1975. Ese mismo año publica su autobiografía, The Sixteenth Round. 

John Artis fue liberado en 1981. Por su parte, tras recibir el apoyo de numerosas personalidades (entre ellas el boxeador Muhammad Ali), el 7 de noviembre de 1985 se le da la oportunidad a Carter de defenderse en un nuevo juicio, en el cual se reconocieron claros indicios de racismo durante el proceso, corrupción, declaraciones bajo coacción y pruebas falseadas. El juez le concedió la libertad, al considerar que sus derechos habían sido vulnerados y que el castigo respondió más a racismo que a la razón.Ya en libertad,  se muda a Toronto, donde se dedica a dar charlas motivacionales, además de ser el director de la AIDWYC (Association in Defence of the Wrongly Convicted), fundación que ha trabajado con éxito en decenas de casos de presos erróneamente condenados.

En conclusión, podemos decir que su historia, además de exponer el fenómeno de tensión racial presente en las sociedades modernas, hace que nos cuestionemos la infalibilidad de las decisiones de la autoridad, y tengamos presente hasta qué punto estas  podrían afectar a la vida de personas inocentes.

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