jueves, 1 de junio de 2017

"Arqueología: mitos y realidad", por Fernando Báez Núñez (parte II)

Finalizamos el repertorio de mitos y con conclusiones finales la entrada de Fernando Báez Núñez. Esperamos que la disfrutéis:

Mito número cuatro: Los arqueólogos ocultan restos extraterrestres

La extensión y repercusión de este mito en los últimas décadas gracias a Internet, ha llegado a un punto de popularidad que puede causar desde la hilaridad hasta la vergüenza ajena. El hecho es que para los que aceptan fielmente este mito, todo el trabajo de investigación científica de la Arqueología es prácticamente superflua…  a menos que les sirva para respaldar vagamente sus afirmaciones.
El mito tiene la base en la premisa sensacionalista de que hubo contactos extraterrestres en el pasado remoto de la Humanidad, teniendo su génesis en los libros del escritor Eric Von Daniken. Y a partir de ahí un auténtico caos en el que prácticamente uno puede esperarse cualquier cosa, porque en el fondo este tipo de publicaciones no son más que un negocio. La triste realidad es que estos autores tienen un público objetivo que demanda sus obras, sin que les importe en absoluto que la documentación y las evidencias sean inexistentes, que sus argumentos sean fácilmente rebatidos, y que sus metodologías de investigación vayan desde la mala praxis, hasta directamente la estafa, por lo tanto todo lo que pueda aportar algo nuevo será bienvenido. Naturalmente, los círculos académicos están vedados para estos individuos, y es ahí donde entra el concepto de la conspiración. Para tratar de dar legitimidad a su trabajo ante su público, siempre achacan que el rechazo de la comunidad científica se debe a que hay una conspiración y no a lo controvertido de sus métodos de investigación y sus conclusiones. Y sorprendentemente los creyentes en este mito se lo creen.
El ejemplo más claro lo encontramos en la construcción de las pirámides de Gizeh en Egipto. Pese a que hay un caos de explicaciones a cual más extravagante, todas tienen en común  que los antiguos egipcios no fueron sus constructores por la razón de que eran una civilización demasiado atrasada tecnológicamente, por lo tanto o bien no fueron ellos o bien recibieron ayuda. Naturalmente esto se desmonta estudiando un poco la evolución de la cultura egipcia y el contexto histórico de las pirámides en particular. Desgraciadamente, en la mayoría de los casos estudiar no es algo que interese a los seguidores de este mito, a ellos les basta solo con creer.

Mito número cinco: Todos los arqueólogos son historiadores

Este mito tiene la base de que la Arqueología naturalmente sirve para estudiar la historia de la Humanidad. Pero de nuevo, la realidad es más compleja y mucho más interesante. Básicamente, el trabajo de un historiador es la investigación mediante la interpretación de documentos históricos. Por lo tanto un historiador tiene una base excelente para ser un buen arqueólogo. Pero es necesario aclarar un par de matices.
El primero es que hay actividad humana en épocas en las que no hay registros escritos como en la Prehistoria o la Protohistoria, y solo se puede trabajar con evidencias materiales para su interpretación e investigación.
Y el segundo, es que la Arqueología se sirve de técnicas pertenecientes a muchas otras ciencias para el análisis de dicha actividad antrópica lo que la convierte en una materia multidisciplinar. Entre otras podemos encontrar la Geoarqueología, el estudio de la relación entre los cambios geológicos del terreno y la evolución de los pobladores de dicho lugar;  o la Arqueometría, el análisis físico y  químico de restos arqueológicos. Así como muchas otras técnicas del trabajo de campo que incluyen, la interpretación de estratigrafía, la topografía, la planimetría, la antropología forense, la arquitectura, el dibujo, etc...
Por lo tanto la Arqueología tiene su propia metodología de investigación, que se sirve de muchas otras ramas. Así que pese para que un arqueólogo deba tener unos considerables conocimientos en Historia, su trasfondo académico puede provenir de muchas otras disciplinas.

Howard Carter, examinando el recién descubierto sarcófago del faraón Tutankhamón (1922)


Mito número seis: La Arqueología no tiene ningún valor material

¿Para qué sirve la Arqueología? Esta es la base de un mito tan dañino como tristemente real. Preguntar para qué sirve la Arqueología sería como preguntar para qué sirve la cultura. Depende a quién se le pregunte, la cultura servirá para una cosa o para otra, y peor aún, entrará dentro de un orden de prioridades. Así que para gente que tiene una visión excesivamente pragmática  y material de las cosas, la Arqueología carecerá de valor así como la cultura en general.
La Arqueología en un principio sirve para investigar, conservar y proteger el patrimonio histórico y cultural que en teoría pertenecen a la población, aunque muchos ni lo sepan ni les importe. Por ejemplo con las labores de peritaje para empresas constructoras, en las que arqueólogos tienen que interpretar yacimientos inesperados que puedan tener algún valor y afectar a la realización de una obra. O con el mantenimiento de monumentos históricos que son parte del patrimonio cultural y un reclamo turístico.
Pero desgraciadamente estos valores son muy relativos, y más si entran en conflicto con intereses económicos o políticos. Muchas veces los arqueólogos tienen que lidiar con problemas derivados de dichos intereses que pueden entorpecer o incluso imposibilitar el trabajo.
Muchas veces es la propia opinión pública la que apenas se hace eco de estas intervenciones que  terminan en yacimientos arqueológicos destruidos.
Ejemplos de esta realidad hay muchos, como el del yacimiento de Cercadillas en Córdoba, donde en 1991 debido al apresuramiento de la construcción de las obras una nueva estación de ferrocarril para el A.V. E., se destruyó parcialmente.

Como conclusión, la Arqueología como herramienta de investigación, y preservación del patrimonio tiene una función vital para la cultura, pese a la imagen tergiversada en mayor o menor medida que pueda tener el gran público de esta profesión. Desgraciadamente en una sociedad en la que la cultura es un bien cada vez más y más escaso, y el respeto al patrimonio, tanto cultural como natural, es menospreciado, a la labor del arqueólogo, al trabajo puramente profesional de investigación, se le añade la de reivindicar la realidad de  una profesión apasionante, en la que como suele pasar, la realidad supera con creces a la ficción.

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